20 jun 2012

EL HAVRE


Fitxa tècnica:
Títol original: Le Havre
Direcció i guió: Aki Kaurismäki
País:  Finlàndia, França i Noruega, 2011
Fotografia: Timo Salminen
Música:   
Muntatge: Timo Linnasalo
Interpretació: André Wilms, Kati Outinen, Jean-Pierre Darrousin, Blondin Miguel, Elina Salo, Evelyne Didi
Durada: 93 minuts
Versió: original doblada al castellà
Calificació: Apta per a tots els públics

Premis 2011:
– Premis Cesar: 3 nominacions: Millor pel·lícula, director i disseny de producció.
– Festival de Cannes: Premi FIPRESCI. Secció oficial a concurs.
– Premis del Cinema Europeu: 4 nominacions, incloent Millor pel·lícula
– Critics Choice Awards: Nominada a Millor pel·lícula estrangera.
– Satellite Awards: Nominada a Millor pel·lícula de parla no anglesa.
– Nominada Premis David di Donatello: Millor pel·lícula de la Unió Europea

Sinopsi
Marcel Marx, famós escriptor bohemi, s'ha exiliat voluntàriament i s'ha establert a la ciutat portuària de Le Havre (França), on viu satisfet treballant com enllustrador de sabates, perquè així se sent més prop de la gent. Després de renunciar a les seves ambicions literàries, la seva vida es desenvolupa sense sobresalts entre el bar de la cantonada, el seu treball i la seva dona Arletty, però, quan es creua en el seu camí un nen negre immigrant, haurà de lluitar contra els freds i cecs mecanismes de l'Estat, armat únicament amb el seu optimisme i amb la incondicional solidaritat dels veïns del barri, per evitar que el seu protegit caigui en mans de la policia. 


COMENTARIS PROFESSIONALS

Jordi Revert. La Butaca

Aki Kaurismäki demuestra que otro cine social es posible con una película sencilla, que utiliza la síntesis y la elisión para conseguir un retrato emotivo y sensible de sus personajes. “El Havre” es luminosa, desconcertante y de una extraña belleza. 


La última película de Aki Kaurismäki es un cuento de hadas proletario. Es también una comedia dramática sobre la inmigración y la solidaridad obrera. Es una fantasía disfrazada de realidad que asoma al Canal de la Mancha, una historia universal que habla desde lo local. El Havre se constituye como relato ejercido desde la síntesis narrativa, pero también de los sentimientos, de la elisión de toda concesión dramática y la fragua de un estilo personal en el que cabe un optimismo humanista desconcertante, y no el tremendismo de habitual inherencia al subgénero de migraciones.


Como un contrapunto milagroso y sencillo, de emotiva contención que nunca redunda ni subraya en el proceder o sentir de los personajes, Kaurismäki demuestra que otro cine social es posible desde la distancia. Esa distancia es la que marca una cámara que nunca deja a sus protagonistas descubrirse, que filma el tiempo justo y opta por el retrato colectivo en el que las particularidades de cada uno se definen en contraste con el paisaje de la localidad portuaria de Le Havre y en relación con las herencias reconocidas del director. El frutero y su esposa, el incisivo inspector, la panadera y la camarera, el cantante de rock, todos componen paulatinamente un fresco de felicidad comunitaria en el que cualquier elemento nocivo queda sistemáticamente expulsado de la lógica visual: en la conversación en la que el prefecto le da un ultimátum al inspector Monet, el primero queda relegado a un fuera de campo que nunca veremos, el mismo fuera de campo donde acontecen las nefastas consecuencias de un contrabando que sale mal al principio de la película o un traicionero Jean-Pierre Léaud se mueve entre sombras; pero también, el mismo que retrasa receloso el plano que significa un segundo —e imposible— final feliz.

André Wilms, actor que interpreta aquí al mismo Marcel Marx de “La vida de bohemia  (1992) se refirió en una ocasión al realizador finés como «un pesimista alegre», uno que «se encuentra cómodo en los barrios periféricos, en las ruinas con los desclasados, la gente sencilla» (1). Sin apologías ideológicas, sin reivindicaciones políticas ni más mediación que la bonhomía asumida y no explicitada, Kaurismäki borda una pequeña historia de parias —más dos subtramas románticas, de igual sensibilidad y emoción— en la que la cercanía hacia esos seres (tan) humanos se acaba consiguiendo con la innegociable mediación de la distancia para con ellos.

CRÍTIQUES PROFESSIONALS

"Un cuento de hadas elegante y sentimental sobre cómo debería ser el mundo, desde un sincero reconocimiento de lo que el mundo realmente es" (A. O. Scott: The New York Times)
----------------------------------------
"Kaurismäki regala otra de sus divertidísimas disecciones del frío. (...) Un lúcido alegato contra la hipocresía sin alegato y sin hipocresía. (...) Tan brillante como genial." (Luis Martínez: Diario El Mundo)
----------------------------------------
"Un encanto y una gracia notables. (...) El tiempo se te hace muy corto y abandonas la sala con una agradecida sonrisa. Los presuntos marcianos de Kaurismäki están llenos de vida." (Carlos Boyero: Diario El País)
----------------------------------------
"Kaurismäki logra la máxima depuración de su identidad estilística (...) Una obra maestra que parece preferir no ser considerada como tal" (Jordi Costa: Diario El País)
----------------------------------------
"Kaurismäki echa mano de su distanciado recetario humorístico y compone una obra locuaz y colorista, de trazos limpios y giros transparentes (...) (Manuel Yáñez Murillo: Fotogramas)