DIVENDRES
18 DE DESEMBRE A LES 20:30 a la VIOLETA
Títol Original:
Mandariinid (Tangerines)
Direcció
i guió: Zaza Urushadze
País: Estonia,
2013
Fotografía:
Rein Kotov
Música: Niaz
Diasamidze
Interpretació:
Lembit Ulfsak, Giorgi Nakashidze, Misha Meskhi, Elmo Nüganen...
Durada: 83
min.
Versió: Doblada
Gènere:
Drama
Qualificació:
No recomanada a menors de 7anys
Sinopsi:
L'any 1990 esclata la guerra en una província georgiana que
busca l'independència. Ivo, estoni, decideix quedar-se a diferència
de la resta dels seus compatriotes, ja que ha d'ajudar al seu amic
Margus amb la collita de mandarines. Només començar el conflicte,
dos soldats resulten ferits davant de casa seva, i Ivo es veu obligat
a cuidar d'ells sense importar a quin bàndol pertanyen.
Premis:
2014: Premis
Oscar: Nominada a Millor Pel·lícula de Parla No Anglesa
2014: Globus
d'Or: Nominada a Millor Pel·lícula de Parla No Anglesa
2014: Satellite
Awards: Millor Pel·lícula de Parla no Anglesa
Comentaris
professionals:
“Hay tanta tensión
como distensión, hay tanta furia como razón, y hay tanta sencillez
como profundidad y tanto hígado como poesía inesperada. Casi
redonda, como su propio título sugiere” Puntuación: **** (sobre
5)
E.
Rodríguez Marchante
Diario
ABC
“Es
una gran película, modesta y acogedora, noble y civilizada”
Puntuación: ***** (sobre 5)
Jordi
Batlle Caminal
Diario
La Vanguardia
“Una
declaración contra la guerra a pequeña escala, conmovedora y
accesible.”
Dennis
Harvey
Variety
Gritos
de humanidad
crítica
de Àngel Andreu
Hace
justo un año, esta Mandarinas (Mandariinid, 2013) que
hoy nos ocupa, fue nominada en diferentes -e importantes a nivel
comercial- certámenes cinematográficos al premio a Mejor Película
de Habla No Inglesa. A priori podría sorprender, pues nos
encontramos aquí con uno de los films más sencillos (atención, que
no simples) que seguramente podría colarse en una entrega de
premios: 650.000 euros de presupuesto, apenas 4 actores principales,
una localización... pero en cuanto uno termina de ver Mandarinas,
se da cuenta de que las menciones especiales no eran cosa de
sorpresa: nos encontramos aquí ante un film necesario.
Tiene
el cine la capacidad de convertirse, como manifestación artística
que es, en una herramienta (o arma) propagandística. Dependiendo en
las manos que caiga, una película puede posicionarse en un bando u
otro, puede alentar a una nación o incluso- por suerte- puede ser un
canto a la paz y a la humanidad. Como ya dijo un crítico en su
momento, “ninguna herramienta como el cine para extender la
virtud de la cordura.”
Mandarinas
es justamente un film de esta última clase. Partiendo de una de las
verdades universales más poderosas que existen – en la guerra no
hay vencedores, sólo vencidos-, Zaza Urushadze,
director georgiano, nos sitúa en una provincia georgiana donde acaba
de estallar la guerra por la independencia de dicho lugar. Ivo,
estonio y protagonista del film, ayuda a su amigo Margus a recoger
una cosecha de mandarinas cuando, de repente, una pequeña escaramuza
tiene lugar justo delante de su casa. Hay dos supervivientes, pero
resulta cada uno pertenece a un bando del conflicto. Ivo y Margus,
convencidos, socorren a los dos y los protegen bajo un mismo
techo, curando sus heridas y forzándoles a una convivencia con el
único fin de salvar sus vidas. No importa qué causa
defiendan. Claro que no. Son personas, y en la guerra, recordemos,
solo hay vencidos.
El
film de Urushadze se sustenta en cuatro pilares interpretativos
-magnífica interpretación de Lembit Ulfsak en el papel del anciano
Ivo- y en una estructura clásica y poco novedosa. Pero no importa,
aquí no hay mensaje oculto ni metáforas que descifrar: la
honestidad con la que está tratada la historia y el mimo con el que
está construida cada escena merecen todos los elogios habidos y por haber. El drama se desenvuelve con ciertos toques muy
bien distribuidos de comedia, crítica (un par de ataques hacia la
situación cultural en territorio georgiano) y momentos de
naturalidad intimistas y autenticidad, demostrándonos la suavidad y
la concisión con la que se puede abordar un tema tan espinoso como
éste. Mandarinas muestra su clara intención desde el primer
minuto de proyección, y es ante este posicionamiento donde el
director -y también autor del guión- nos proporciona una lección
de humanidad que funciona como un efectivo antídoto para el odio.
Se
ha criticado el film por su falta de pretensiones narrativas, por su
final y, en contadas ocasiones, por su sencillez. Pero recuerden que
quien escribe estas líneas ha clasificado Mandarinas
como una película necesaria. Necesaria por demostrarnos que se puede
luchar sin necesidad de realizar “misiones de paz”. Necesaria por
explicar que un “no a la guerra” es mucho más efectivo que unas
“bombas por la paz”. Necesaria porque en un momento de
desesperación social, es capaz de gritar buscando oídos que todavía
sepan escuchar. Necesaria porque, a pesar de todo lo que se vive en la actualidad, quiere demostrar
que en el mundo todavía resta humanidad.
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